Las mujeres en general se preocupan más por su peso que los hombres. Lo demuestra las estadísticas sobre las consultas en busca de una solución al sobrepeso, aunque en los hombres la acumulación de grasa visceral sea más peligrosa para la salud, ya que da lugar al síndrome metabólico asociado a una mayor prevalencia de patologías crónicas, que «limitan la calidad y las expectativas de vida», según ha apuntado la nutricionista Estefanía Ramo, del Instituto Médico para el Estudio de la Obesidad (IMEO), que cita entre estas patologías la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, el hígado graso o la cardiopatía coronaria.
En hombres empieza a desarrollarse a partir de los 35 años, acompañado por un cambio hormonal conocido como «hipogonadismo» relacionado con la disminución de testosterona, mientras que en mujeres suele darse a partir de la menopausia, entre los 48 y los 52 años.
También es debido a diferencias en el patrón alimentario, condicionado por factores sociales, culturales, económicos, religiosos y de género. Las desigualdades aparecen durante la adolescencia, momento en el cual empiezan a ser conscientes de los cánones de belleza actuales para los cuales el peso ideal es mucho más bajo para las mujeres que para los hombres.
Mientras ellas tienden a hacer cinco comidas al día de menor volumen, ellos suelen realizar únicamente tres comidas principales pero copiosas, lo que explica, por qué entre los casos de anorexia en adolescentes únicamente un 10% pertenecen a varones, según esta experta.
En lo que respecta al consumo de alimentos, en general los hombres tienden a optar por carnes, arroz, pasta y alcohol, mientras que las mujeres se decantan por frutas, verduras, lácteos, pescados, huevos y productos bajos en calorías o grasas.
Además, ellas eligen con más frecuencia productos frescos, mientras que ellos optan por ultra-procesados, como ‘comida rápida’, platos listos para calentar y productos animales reconstruidos.
Otra diferencia importante radica en lo que los impulsa a comer, mientras que los hombres responden a una sensación fisiológica de hambre, las mujeres tienden a comer de manera emocional, razón por la que son más vulnerables a subir de peso ante un incremento en los niveles de ansiedad.
En cuanto a las necesidades nutricionales, la regla básica establece que hay que consumir 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso y día, lo que hace que, dado que los hombres suelen tener un peso superior, su ingesta de alimentos proteicos, como es la carne, ha de ser superior al de las mujeres. No obstante, en ambos casos se debe llevar una alimentación en la que primen los vegetales, han recomendado.